"Las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición de logros, son las catedrales donde practico mi religión. Desde sus majestuosas cimas veo mi pasado, sueño el futuro y, con una inusual agudeza, experimento el momento presente... En las montañas yo celebro la creación. En cada viaje a ellas, nazco de nuevo." Anatoli Bukréyev.

domingo, 19 de enero de 2014

Tentativa invernal al Pico San Millán (2.131 mts), Sierra de la Demanda burgalesa

Descripción de la ruta por la que tratamos de ascender a mediados de enero al techo de la provincia de Burgos, propósito que finalizó a menos de 50 metros de la cumbre, cuando decidimos darnos la vuelta en la última rampa, por la presencia de nieve muy dura que hacía muy peligroso el último tramo: una corta pero fuerte pendiente, muy expuesta, que en caso de caída prometía un resultado nada halagüeño. Se trata de la última rampa, accediendo por la parte del Collado del Portillo, que en otra época del año, o incluso con la nieve en otro estado, no debería presentar más complicaciones que salvar una notable pero corta inclinación fácilmente superable, pero que en esta ocasión se hallaba cubierta de nieve muy dura y culminaba en una cornisa helada y algo abovedada que estimamos complicada de superar con garantías de seguridad. Por tanto, una de esos ataques frustrados a una cumbre deseada que te deja cierto sabor agridulce, pero que te hace evidenciar la conveniencia de, en la montaña, reconocer y asumir las limitaciones propias y la lucidez de dar la vuelta en el momento oportuno cuando las cosas se tuercen.
 
Cara norte del San Millán, hacia el Collado del Portillo
 
A pesar de este  contratiempo, disfrutamos de un recorrido de aproximación de excepcional belleza dentro de los muchos que trazan la Sierra de la Demanda. Una ruta, larga y dificultosa en invierno y en época de deshielo, que discurre por la vertiente norte de la montaña, la que presenta un atractivo carácter alpino que nada tiene que ver con la subida desde la parte sur (desde Pineda de la Sierra). Además, atravesaremos un exhuberante hayedo e iremos acompañados en buena parte de la travesía por el brioso río Urbión, el cual habremos de vadear en varias ocasiones (no siempre cómodamente).